En la coyuntura económica actual, si ya es complicado colaborar con un nuevo cliente, lo es igual o más el obtener financiación para un nuevo proyecto.
Trabajamos todos los días para obtener una recompensa, para recoger los frutos de nuestro esfuerzo. En algunas ocasiones lo logramos en mayor medida que en otras.
Pero es en estas ocasiones, en las ocasiones que nos da la vida profesionalmente de lograr obtener los frutos deseados cuando sentimos ese cosquilleo interior, ese sentimiento de haber conseguido lo que nos hemos propuesto, de “prueba superada”, en definitiva una gran SATISFACCION de haber hecho el trabajo bien.
Está claro que el objetivo de un negocio es que sea rentable, que la tasa de retorno de la inversión sea lo
suficientemente atractiva para comenzar el trabajo. Pero también encontramos otro componente en la ecuación, que no es ni más ni menos que la satisfacción.
Satisfacción de haber conseguido que una persona emprendedora pueda poner en marcha su idea, hacer realidad su sueño. Pero que digo, ¡¡si ya no es un sueño es una realidad!!.
Tras dar los pasos adecuados obtienes tu premio, tanto el pecuniario como el profesional. Haces tuyo el objetivo cumplido.
El sentimiento de satisfacción invade tu interior, y quieres gritarlo a los cuatro vientos. Quieres hacer participes del logro a los que te rodean, a los que te apoyan, a los que confían en ti.
En estos momentos de turbulencias económicas, en los que los objetivos a medio y largo plazo tienen una existencia complicada, puedo decir: ¡¡Estoy satisfecho!!, profesional y personalmente.